Es un papel con fibras especiales y elaborado ecológicamente para usar como base de absorción de una mezcla de benjuí y otros aromas.
Fue muy apreciado en su época por sus propiedades purificantes e higienizantes, no sólo perfuma el hogar desprendiendo su aroma sino que también absorbe los malos olores.
A finales del siglo XIX, en pleno apogeo del imperio otomano, Auguste Ponsot viajó a Armenia, allí descubrió que sus habitantes aromatizaban y desinfectaban sus casas quemando una resina natural llamada benjuí. Su socio y farmacéutico, Henri Rivier, descubrió que disolviendo el benjuí en un 90% de alcohol, su olor persistía. Luego añadió diversos aromas a la solución hasta conseguir fórmulas únicas, después se dieron cuenta de que el papel secante absorbía la solución, conservaba el aroma original del benjuí y se quemaba lentamente, sin llama. El Papier d’Arménie se hizo famoso en París, en la Exposición Internacional de 1889, el mismo año de la inauguración de La Torre Eiffel.
Se dobla una tira de papel en forma de acordeón, se prende por una esquina y enseguida lo apagas, lo dejas en un recipiente que soporte bien el calor mientras se consume, sus aromas y propiedades inundan el ambiente de una habitación y su efecto permanece en la estancia durante varias horas.
A mí no me gustan los conos de incienso, me resulta empalagoso el olor y muy fuerte, el papel de Armenia es diferente, es un aroma más empolvado, suave y sutil.
Lo compro en herboristerías, cada librillo del clásico ( foto nº1) cuesta 4,50 € y tiene 36 tiras de papel. Mi preferido es el de la colección especial creada por el famoso perfumista Francis Kurkdjian de origen armenio ( foto nº2) vale 8€ . También adoro el papel de Armenia de Santa María Novella (foto nº3) que desprende unas esencias muy especiales y exquisitas.
Hay otras formas de ambientar la casa pero esta es sencilla, económica y très chic!!!!
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